EMIGRACION QUE LLEGA

 






La emigración descontrolada pone a prueba la capacidad de las sociedades para equilibrar humanidad y sostenibilidad frente a un cambio inevitable.



He leído esta mañana un artículo que me ha enviado un amigo. Como muchos, estamos preocupados por la transformación del mundo ante las migraciones que se están produciendo desde otras latitudes hacia Europa. Coloco el enlace abajo.

Arturo Pérez-Reverte dibuja una escena simple: el fin de Roma y lo que vivimos ahora es la misma historia, que se repite. Habla de godos que llegan como refugiados, buscando algo mejor, y de un imperio que ya no tiene fuerza para resistir. Roma cayó por corrupción, desigualdad y su incapacidad para integrar a los recién llegados. Europa va por el mismo camino.

El paralelismo es claro. Los migrantes, empujados por el hambre y las guerras, llegan a una Europa cómoda pero frágil. Hay compasión por ellos, sí, pero también miedo. Y ese miedo choca con la realidad: no hay recursos para todos. No hay un plan, no hay líderes capaces, no hay preparación. Solo queda un "buenismo hipócrita", una mezcla de culpa y orgullo mal entendido.

La historia, dice Reverte, no es nueva. Lo que pasó en Roma pasa hoy. Imperios que caen, civilizaciones que cambian. No hay soluciones fáciles. Y tampoco hay tiempo para buscarlas. Europa, ese continente de Homero, Dante y Newton, está gastada. No puede defenderse, no quiere defenderse. Quizás ni deba hacerlo.

Su tono es duro, cargado de resignación. Reconoce que hemos avanzado en ética y derechos, pero esos mismos logros nos atan. Ya no se puede usar la violencia de antes para enfrentar problemas de hoy. Pero sin esa "herramienta histórica", Europa se desmorona. Los políticos son mediocres, las élites intelectuales han desaparecido, y las escuelas no enseñan lo que importa. Nadie entiende que esto ya ha pasado antes.

Reverte no propone soluciones mágicas. Dice que hay que aceptar lo inevitable. Preparar a los jóvenes para el caos que viene. Darles herramientas para sobrevivir, para luchar o resignarse, pero con dignidad. Que piensen como griegos, que peleen como troyanos, que sean romanos conscientes del fin.

Al final, es un recordatorio crudo: el mundo cambia, y Europa está muriendo. Quizás algo mejor venga después, pero ni nosotros ni él estaremos para verlo. Solo queda asumirlo, con lucidez, y preparar a los que vienen.


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