martes, 13 de mayo de 2025

EL SÍNODO DEL TERROR

 


El Sínodo del Terror: Cuando la política desenterró a un papa


En la larga historia de la Iglesia católica hay episodios que rozan lo increíble, pero pocos tan macabros y absurdos como el Sínodo del Terror —también conocido como el Concilio Cadavérico. Ocurrió en el año 897, cuando el papa Esteban VI mandó exhumar el cadáver de su predecesor, Formoso, para someterlo a juicio. Sí, literalmente juzgó a un cadáver. Este grotesco evento fue el reflejo de un papado sumido en luchas de poder, manipulado por intereses nobles y rivalidades políticas.

Un papado atrapado entre facciones

Durante los siglos IX y X, el papado no era el centro espiritual que muchos imaginan hoy. Era un campo de batalla político. El trono de San Pedro se disputaba entre familias nobles romanas, emperadores y caudillos regionales. En este entorno, los papas eran muchas veces peones. Se les coronaba, se les destituía o se les eliminaba dependiendo de quién tenía el control en ese momento.

El conflicto detrás de la tumba

Formoso, elegido papa en 891, navegó estas aguas turbulentas como pudo. Primero apoyó al emperador Lamberto de Spoleto, pero luego cambió de bando y coronó a Arnulfo de Carintia como nuevo emperador. Esta traición fue un error grave: Lamberto y su madre, Ageltruda, no lo olvidaron ni siquiera después de su muerte.

El juicio al cadáver

Nueve meses después del fallecimiento de Formoso, Esteban VI —probablemente presionado por la familia Spoleto— organizó un sínodo sin precedentes: un juicio post mortem. El cadáver del papa fue desenterrado, vestido con sus ropas papales y sentado en un trono en la Basílica de San Juan de Letrán. Un diácono hablaba en su nombre mientras Esteban lo acusaba de perjurio y de haber usurpado el papado.

El resultado fue tan grotesco como predecible. El cuerpo fue declarado culpable, se anularon sus decisiones, se le arrancaron los dedos de la bendición y finalmente fue arrojado al río Tíber.

La reacción: un giro brutal

El espectáculo fue tan extremo que la propia Roma reaccionó con furia. La población se volvió contra Esteban VI, quien acabó depuesto, encarcelado y finalmente estrangulado en prisión. Poco después, el papa Teodoro II rehabilitó la memoria de Formoso, recuperó sus restos y los enterró de nuevo con honores. Su sucesor, Juan IX, prohibió cualquier otro juicio post mortem.

Lo que nos deja este episodio

El Sínodo del Terror no fue solo un acto aberrante, fue un síntoma. Mostró cuán profundamente la política podía distorsionar las instituciones religiosas. El papado de la Alta Edad Media estaba lejos de ser un poder moral incuestionable: era vulnerable, volátil y a merced de intereses seculares.

Este escándalo marcó un punto de inflexión. Aunque aún faltaban siglos para una verdadera reforma, el episodio dejó claro que algo debía cambiar. La Iglesia necesitaba fortalecerse desde dentro, alejándose del control de las facciones y del caos que ellas generaban.

¿Quieres saber más?
Puedes leer un análisis más profundo en el artículo original de National Geographic.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CATÁSTROFES EN ESPAÑA

  ¿FALLOS DE ÉPOCA O RESPONSABILIDAD POLÍTICA?   Hoy, un periódico de Alicante recuerda la explosión ocurrida en la armería   El Gato , en l...