lunes, 9 de junio de 2025

OTRA LITERATURA

"La historia la escriben los vencedores, pero los vencidos también tienen derecho a contar su versión, aunque a veces nadie quiera escucharla."


Fernando Vizcaíno Casas: memoria, sátira y las verdades incómodas de la Transición



Este año, en el cincuentenario de la muerte de Franco, su figura ha vuelto con fuerza al debate público. El presidente Sánchez ha programado más de cien actos oficiales en torno a la efeméride. Y uno no puede evitar preguntarse si, más que recordar, no se trata de revivir al General desde la política, con fines poco claros. Exhumaciones, leyes de memoria, homenajes selectivos. En medio de todo este ruido, me vino a la mente un nombre que descubrí justo después de la muerte de Franco, en 1975: Fernando Vizcaíno Casas.


Sus libros fueron una ventana para entender lo que pasó y lo que vino después, contados no desde los manuales ni desde la épica, sino desde la ironía y la sátira.


¿Lo recordarán las nuevas generaciones? No lo creo. Pero deberían leerlo. Sus textos te hacen sonreír y pensar. Porque eso también es memoria histórica: escuchar todas las voces, incluso aquellas que incomodan al relato oficial.Fue Abogado, periodista, dramaturgo y escritor. Vizcaíno Casas combinó su carrera como laboralista con una prolífica obra literaria. Se le considera uno de los narradores más prolíficos de la Transición, habiendo vendido más de cuatro millones de ejemplares. Su estilo directo e irónico conectó con un público amplio, cansado de eufemismos y discursos acomodados. A lo largo de novelas, guiones, obras de teatro y columnas periodísticas, dejó su sello: una mirada crítica y ácida sobre la España que emergía del franquismo. Fue admirado por muchos, rechazado por otros tantos, pero nadie puede ignorarlo.


Entre sus obras destacan:


“…Y al tercer año, resucitó” (1978), su mayor éxito editorial: una historia-ficción en la que Franco resucita en la España democrática.

Las autonosuyas” (1981), sátira sobre el proceso autonómico.

“Cien años de honradez” (1984), crítica a la corrupción democrática.

“De camisa vieja a chaqueta nueva” (1976), reflexión sobre el oportunismo político tras la Guerra Civil.

“¡Viva Franco! (con perdón)” (1980), defensa provocadora de los logros del franquismo.

“Zona Roja” (1986), retrato autobiográfico de la Guerra Civil desde la infancia del autor.

Lo que más me gustaba de Vizcaíno Casas era su capacidad para usar el humor como forma de crítica. Sus novelas no ofrecían verdades absolutas; exponían contradicciones, ridiculizaban dogmas y mostraban las paradojas de un país que cambiaba deprisa, pero no siempre con coherencia.

En sus libros hay una memoria alternativa, incómoda, pero necesaria. El progresismo de izquierda la mantiene tapada. Una voz ausente de los actos oficiales y discursos conmemorativos, pero que formó parte del mismo proceso de transformación. Recordarlo hoy importa. Vivimos un tiempo en el que la memoria se administra como recurso político. No solo se exhuman muertos, también relatos convenientes. Vizcaíno Casas recuerda con su obra que la historia reciente de España no se entiende con una sola voz. En estos momentos la de Pedro Sánchez. Reírse, incluso de lo más serio, es una forma de pensar. De mirar el pasado sin solemnidad, pero con inteligencia.

Fernando Vizcaíno Casas fue un escritor que no pidió permiso para hablar. Escribió desde su ideología, sí, pero también desde una mirada aguda sobre la realidad. Leerlo hoy es asomarse a un espejo distinto y revelador de una España que todavía busca entenderse y que otros pretenden difuminar.

Si no lo has leído, anímate. Te divertirás y aprenderás. Porque, a fin de cuentas, eso también es hacer memoria.

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