El Médico que nunca dejó de Ayudar
Conocí a Antonio Server en 2007, cuando regresé a Alicante como Comisario Jefe Provincial. Pronto me hablaron de sus cualidades, no solo como profesional, sino como persona. Bastaron pocas conversaciones para darme cuenta de su preocupación sincera por la salud de los policías alicantinos y de sus familias. Siempre encontraba la forma de ayudar a quien lo necesitaba, gestionando lo imposible para que nadie quedara desatendido.
Su compromiso no era algo reciente: llevaba años haciéndolo sin esperar nada a cambio. Esa entrega desinteresada me llevó a proponerlo para la Orden del Mérito Policial, reconocimiento que recibió con la humildad que siempre lo ha caracterizado. Antonio no buscaba medallas, buscaba soluciones para la gente.
Hoy he leído que se le ha rendido un cálido homenaje por su jubilación. Sabía que este momento llegaría porque me lo comentó hace unos meses, pero lamento no haber podido acompañarlo. Más de doscientas personas se reunieron para agradecerle todo lo que ha hecho: compañeros, amigos, médicos, empresarios, incluso hosteleros. Todos unidos por algo en común: el afecto hacia un hombre bueno. A esa multitud me sumo, junto con otros tantos que no supimos de la cita, pero que mantenemos con él una relación de amistad sincera.
La jubilación llega por la edad, no por falta de ganas ni de capacidad. Es un cambio inevitable, pero no borra lo que uno ha sido, ni lo que seguirá siendo. Antonio no solo ha sido un médico; ha sido consejero, amigo, confidente. Ha estado siempre disponible, incluso en plena calle, con una sonrisa y un consejo para quien lo necesitara.
Hoy quiero decirte, Antonio: gracias. Gracias por tu generosidad, por tu humanidad, por tu cercanía y por enseñarnos que la medicina va más allá de los hospitales: está en el corazón. Me alegra saber que seguirás activo, con tu cámara, tus proyectos y esa energía inagotable que te define.
Te deseo lo mejor en esta nueva etapa, que no será un final, sino otra forma de seguir ayudando. Porque personas como tú nunca se jubilan del todo.
¡Un fuerte abrazo, amigo!
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