jueves, 19 de diciembre de 2024

PREOCUPACION

 


La preocupación es el peor gasto de energía: consume el presente sin cambiar el futuro.


El tema del fraude en Internet, tan frecuente en los medios, me preocupa, como a muchas personas. Siempre trato de evitar caer en esos engaños, pero no es tarea fácil.

En una de mis cuentas de correo recibo más de 150 mensajes diarios que prometen mejorar mi salud, mi economía y hasta mi bienestar emocional. Desde jóvenes rusas que quieren ser mis amigas, hasta ofertas de Viagra o supuestos millonarios nigerianos dispuestos a hacerme rico. Incluso he recibido correos que me acusan falsamente de delitos, incitándome a hacer clic en enlaces sospechosos.

Todo esto comenzó hace más de 15 años, cuando mi cuenta fue comprometida en un ataque informático. Desde entonces, los correos basura no han dejado de llegar. Por suerte, mis dispositivos Apple filtran la mayoría como spam. Aun así, a veces debo revisar manualmente la bandeja de basura: hace poco borré más de 800 mensajes acumulados.

Recientemente, al crear un blog donde comparto relatos y reflexiones, noté algo inesperado: el contador de visitas marcaba más de 4000 entradas. Me sorprendió y, por un momento, creí que mis textos estaban atrayendo lectores de lugares tan lejanos como China, Estados Unidos, Corea o Alemania. ¿Tanta gente interesada en mis reflexiones en español? Algo no cuadraba.

Tras investigar un poco, descubrí la verdad: la mayoría de esas visitas no eran reales. Eran generadas por bots, programas automáticos que rastrean URLs y simulan tráfico.

Estas fueron algunas conclusiones a las que llegué:

  • Las visitas desde países como China o EE.UU. eran, en su mayoría, ficticias.
  • Los bots simulan visitas tocando la URL de mi blog.
  • Muchos están alojados en servidores de países donde el fraude digital es común.
  • No hay una audiencia real detrás de esas cifras.


Aunque al principio me sentí decepcionado, también me tranquilizó entender lo que pasaba. Mi blog no tiene una audiencia masiva, y está bien así. Lo creé como un espacio personal para archivar relatos y reflexiones, no para ganar seguidores.

Esta experiencia me recordó una lección importante: en el mundo digital, no todo es lo que parece. Las estadísticas pueden engañar, y es clave mantener una mirada crítica. Ya sea frente a correos sospechosos o métricas infladas, debemos aprender a cuestionar lo que vemos y cómo lo interpretamos.


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