
“Nuestra vida es una esperanza que se convierte continuamente en memoria y la memoria engendra esperanza.”
Formo parte de esa mayoría que acepta que el cambio climático es una realidad. Negarlo no es una opción. Lo que sí me lleva a reflexionar es la narrativa dominante que atribuye casi exclusivamente a la actividad humana —especialmente desde la Revolución Industrial— la causa principal de este fenómeno.
¿Y si miramos más lejos? ¿Y si intentamos comprender el cambio climático desde una perspectiva histórica y geológica, más allá de nuestra huella moderna?
Cuando el clima hizo historia
Hace unos días escuché en la radio una noticia que conectaba dos cosas aparentemente distantes: la Revolución Francesa y el clima. Me llamó la atención. Según contaban, las hambrunas y sequías que afectaron a Francia a finales del siglo XVIII fueron decisivas en el estallido de la revolución.
Investigué más. Y descubrí que, en la década de 1780, Francia sufrió una serie de sequías consecutivas, con escasez de lluvias en los meses clave para los cultivos. La falta de trigo provocó una crisis alimentaria que, sumada a la presión fiscal, la desigualdad y el descontento social, alimentó el colapso del Antiguo Régimen.
El clima, en forma de sequía prolongada, tuvo un papel crucial. Y todo esto ocurrió sin fábricas, sin coches, sin plásticos ni emisiones industriales.
La Pequeña Edad de Hielo: Europa bajo cero
Entre los siglos XIV y XIX, Europa vivió un periodo conocido como la Pequeña Edad de Hielo. Su fase más intensa fue entre 1650 y 1850. Se registró:
- Expansión de glaciares.
- Aparición de icebergs en latitudes inusuales.
- Descenso generalizado de temperaturas.
- Crisis agrícolas y migraciones masivas.
¿Las causas? Factores naturales: baja actividad solar, erupciones volcánicas, cambios en la circulación atmosférica y oceánica. Ninguno relacionado con la acción humana.
Cambios climáticos… en todo el planeta
Mientras Europa se congelaba, en otras regiones del mundo ocurría lo opuesto: mega-sequías. Estudios recientes —como el análisis de anillos de árboles a lo largo de 700 años— revelan cuatro grandes sequías en el último milenio, todas con consecuencias devastadoras:
- La que precipitó la caída de la dinastía Ming en 1644, en China.
- Las que colapsaron reinos en Vietnam, Tailandia y Birmania entre 1756 y 1768.
- La Gran Sequía de la era victoriana (1876–1878), que afectó a regiones tropicales y causó hambrunas con más de 30 millones de muertos.
Todo esto ocurrió mucho antes de la industrialización, cuando la humanidad no tenía impacto ambiental significativo.
¿Y si el clima tiene su propio ritmo?
¿Es solo el ser humano el causante del cambio climático?
En esos otros periodos de la historia:
- No había fábricas ni coches.
- No existía la quema masiva de combustibles fósiles.
- No se emitían gases de efecto invernadero a escala industrial.
Y, sin embargo, el clima cambió. Radicalmente.
Entonces, otra pregunta:
¿Cómo sobrevivió la humanidad a esos episodios sin ciencia climática, sin conferencias internacionales ni acuerdos globales? ¿Qué herramientas sociales, culturales o tecnológicas usaron?
La respuesta no es sencilla, pero sí importante. Porque si algo demuestra la historia es que el clima siempre ha sido dinámico, cambiante, a veces imprevisible.
Conclusión: sí, pero no solo
Claro que debemos actuar para reducir nuestra huella, proteger los ecosistemas y desarrollar una economía más sostenible. Pero también debemos evitar caer en una visión simplificada donde todo depende del ser humano, como si la naturaleza no tuviera sus propios ciclos, tensiones y reacciones.
El clima ha cambiado antes y lo volverá a hacer. La diferencia es que hoy lo hace con nosotros dentro. Más informados, pero también más responsables.
Necesitamos medidas, sí. Pero también memoria, contexto, humildad. Porque entender el cambio climático no es solo mirar al futuro: también implica comprender el pasado de la Tierra y de nuestra especie.
Fuentes:
National Geographic - La Pequeña Edad de Hielo
El Mundo - Grandes Sequías Históricas
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