En estos días en los que la Iglesia Católica se prepara para un nuevo cónclave tras el fallecimiento del Papa Francisco, el mundo vuelve la mirada hacia la historia del papado y la influencia que distintas naciones han ejercido en su evolución. España, con una arraigada tradición cristiana que se remonta a los primeros siglos de nuestra era, ha sido cuna de varias figuras decisivas para la historia eclesiástica. Aunque solo tres papas nacidos en lo que hoy es territorio español han sido reconocidos oficialmente, su huella ha sido profunda y duradera.
San Dámaso I (366–384): el primer papa hispano
Considerado el primer papa de origen hispano, Dámaso nació en Galicia en el siglo IV, aunque se trasladó a Roma siendo muy joven. Su pontificado se desarrolló en un contexto convulso, marcado por disputas internas dentro del cristianismo y la consolidación de la Iglesia como institución. Fue un ferviente defensor de la ortodoxia frente a las herejías arrianas y jugó un papel clave en definir la identidad del cristianismo occidental.
Uno de sus mayores legados fue impulsar el uso del latín como lengua litúrgica de la Iglesia. Además, encargó a San Jerónimo la traducción de la Biblia al latín —la famosa Vulgata—, una obra que influiría durante siglos en el pensamiento y la espiritualidad cristiana. También fomentó la veneración de los mártires y promovió la construcción de basílicas sobre sus tumbas, sentando las bases de la tradición monumental cristiana en Roma.
Calixto III (1455–1458)
el papa cruzado
Alfonso de Borja nació en Xàtiva (Valencia) en el siglo XV. Antes de ser elegido papa, fue un prestigioso jurista y diplomático al servicio de la Corona de Aragón. Su elección como pontífice marcó el inicio de la influencia de la familia Borja en Roma, una saga que dejaría una huella imborrable en la historia de la Iglesia.
Calixto III es conocido por sus esfuerzos por organizar una cruzada contra el Imperio Otomano tras la caída de Constantinopla en 1453. Aunque no logró reunir la fuerza militar deseada, sí promovió fervientemente la causa de la cristiandad frente al avance islámico. También es recordado por rehabilitar la figura de Juana de Arco, injustamente condenada por herejía años antes. Durante su pontificado, favoreció la carrera eclesiástica de su sobrino Rodrigo, quien años después se convertiría en el papa Alejandro VI.
Alejandro VI (1492–1503)
poder, renacimiento y controversia
Rodrigo de Borja, también nacido en Xàtiva, alcanzó el trono pontificio gracias a una combinación de astucia política y ambición familiar. Su papado ha sido uno de los más controvertidos de la historia de la Iglesia, pero también uno de los más influyentes.
Gobernó en plena efervescencia del Renacimiento italiano y su corte fue centro de mecenazgo artístico y cultural, pero también de escándalos relacionados con el nepotismo, las intrigas y el poder secular de la Iglesia. Alejandro VI no dudó en utilizar su posición para asegurar el futuro de su familia: sus hijos César y Lucrecia Borgia se convirtieron en figuras icónicas —y polémicas— del poder renacentista.
Uno de los actos más trascendentales de su papado fue la promulgación de la Bula Inter Caetera en 1493, documento que dividía el Nuevo Mundo entre España y Portugal y legitimaba la expansión de la monarquía española en América. Esta decisión tendría consecuencias históricas que aún resuenan.
¿Y el Papa Luna?
La figura de Benedicto XIII
Pedro Martínez de Luna, conocido como el Papa Luna, nació en Illueca (Aragón) y fue una figura central durante el Cisma de Occidente, un periodo en que la Iglesia vivió una profunda crisis de autoridad con varios papas reclamando la legitimidad. Aunque fue elegido pontífice en Aviñón bajo el nombre de Benedicto XIII, la Iglesia no lo reconoce oficialmente como papa legítimo, clasificándolo como antipapa.
Sin embargo, su figura ha perdurado en la memoria popular y académica. Famoso por su obstinación y erudición, el Papa Luna nunca renunció a su cargo y murió en el castillo de Peñíscola convencido de su legitimidad. Hoy, su historia sigue inspirando literatura, teatro y debate histórico.
Los Borja (Borgia): una familia entre el cielo y el poder
La familia Borja representa como pocas el cruce entre espiritualidad y poder político en la Europa del Renacimiento. De origen aragonés, los Borja conquistaron Roma y marcaron una era de esplendor y escándalo. Además de los papas Calixto III y Alejandro VI, destacaron figuras como César Borgia, militar y estratega temido incluso por Maquiavelo, y Lucrecia Borgia, noble culta y mecenas de las artes.
A pesar de la mala fama que ha acompañado a la familia —alimentada por sus enemigos y por siglos de crónicas—, su influencia fue clave en la transformación de la Iglesia y en el desarrollo cultural de la época.
Un legado hispano en la historia del papado
España ha tenido un papel destacado, aunque limitado numéricamente, en la historia del papado. San Dámaso I, Calixto III y Alejandro VI son los tres papas nacidos en territorio español que forman parte de la lista oficial de la Iglesia Católica. A ellos se suma, de manera oficiosa, el Papa Luna, cuya figura sigue generando fascinación.
Este legado hispano en la cúpula de la Iglesia nos recuerda que el cristianismo no solo ha sido una cuestión de fe, sino también de cultura, política y poder. Y que, en más de una ocasión, la historia del papado ha tenido sabor español.
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