sábado, 19 de julio de 2025

MENTE Y UNIVERSO


La mente y el universo: dos misterios conectados


Hoy, mientras escuchaba una entrevista al Dr. Serik Akshulakov —el neurocirujano más reconocido de Kazajistán— me detuve en una afirmación que lanzó con calma: la mente y el universo son las dos entidades más relevantes que existen.

Según él, la mente y el universo representan dos misterios que se reflejan mutuamente. Aunque distintos en apariencia, nacen del mismo origen. No hay certezas absolutas sobre su conexión, pero la búsqueda misma tiene sentido. En algún rincón del cosmos, la materia adquirió conciencia y empezó a preguntarse por su lugar en el todo. Y en ese gesto silencioso reside una de las expresiones más bellas del universo.

Explicaba que la conciencia representa nuestra dimensión más íntima; el universo, la expresión de la vastedad absoluta. Entre ambos extremos se extiende todo lo que somos. La mente construye la realidad que percibimos. El universo es la materia, la energía y el tiempo de donde esa mente emergió. Tuve que repensar en esta diferencia esencial

Aunque distintos, están conectados. La mente es el instrumento que intenta comprender el universo. Y el universo es el escenario donde la mente despierta. Somos materia consciente, una chispa surgida del mismo tejido cósmico.

Dice que la mente nace de la actividad de miles de millones de neuronas que se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos y reacciones químicas. Ideas, recuerdos, emociones: todo fluye en esa red compleja.

El universo, por su parte, sigue leyes que desafían la intuición humana. Einstein explicó que el espacio y el tiempo forman un solo tejido, y que la gravedad es la curvatura de ese tejido. La física cuántica mostró fenómenos aún más desconcertantes: partículas que existen en dos estados a la vez o que cambian su comportamiento cuando son observadas.  Esto me dejó alucinado.

Esa interacción entre conciencia y realidad plantea una posibilidad inquietante: que la mente no sea solo un producto pasivo de la biología, sino un actor que forma parte del mismo universo que intenta comprender.

Lea que algunas teorías comparan el cerebro con una radio. Los circuitos son esenciales, pero la señal no está en ellos. Así, la mente podría no generarse en el cerebro, sino sintonizarse. La conciencia sería, entonces, un fenómeno fundamental, no un simple accidente biológico.

Estamos viendo que mientras tanto, la inteligencia artificial avanza. Las máquinas aprenden, responden, generan textos, pintan imágenes. Pero carecen de mente. Procesan información, sí, pero no experimentan ni sienten. La conciencia sigue siendo un fenómeno exclusivamente humano, algo que las máquinas aún no pueden imitar.

El universo refleja esta complejidad en su estructura. Galaxias, agujeros negros, la expansión del espacio: todo indica un orden profundo pero también un misterio inabarcable. Desde la teoría de la relatividad hasta la física cuántica, la ciencia revela un cosmos dinámico y extraño, donde las leyes parecen estar influenciadas por la observación misma.

Lo interesante es que muchas tradiciones antiguas ya intuían esta conexión. El budismo habla de la unidad entre mente y universo. La filosofía moderna, desde Carl Sagan hasta científicos contemporáneos, sugiere que somos la forma en que el cosmos se conoce a sí mismo.

No somos meros testigos. Somos una extensión del propio universo que ha alcanzado la capacidad de mirarse hacia adentro. ¡Vaya posibilidad!

Los astronautas la describen como un “efecto de perspectiva”: una comprensión súbita de que todo está conectado. Momentos como contemplar un cielo estrellado o ver la Tierra desde el espacio despiertan esa sensación de pertenencia, según quienes han volado al espacio. 

La mente no solo analiza el universo; también lo experimenta de manera profunda, emocional y, a veces, casi mística. Es un puente entre lo que percibimos y lo que somos.



viernes, 18 de julio de 2025

FILIPINAS INDEPENDIENTE

 






Filipinas: Entre la Emancipación y la Traición

 

Casi 130 años después de 1898, en España aún es común escuchar el término "El Desastre" para referirse a dicho año. Se perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Pero para los filipinos, ¿fue realmente un nuevo comienzo? No del todo. Las élites locales reemplazaron a los colonizadores, pero el pueblo siguió excluido. Y Estados Unidos, lejos de ser un libertador, impuso una nueva forma de dominación.

Filipinas, nombrada en honor al príncipe Felipe (luego Felipe II), fue colonia española desde 1565. En ese contexto nació Emilio Aguinaldo, figura clave del movimiento independentista. Se unió, con 26 años, al Katipunan, la sociedad secreta de Andrés Bonifacio. Tras la muerte de este, Aguinaldo tomó el mando y firmó el Pacto de Biak-na-Bató (1897): exilio en Hong Kong, promesas incumplidas de España y una guerra que continuó en las sombras.


El estallido de la guerra hispano-estadounidense en 1898 dio a Aguinaldo otra oportunidad. Con armas y apoyo de EE. UU., regresó y proclamó la independencia el 12 de junio de ese año. Pero fue una ilusión: seis meses después, en el Tratado de París, España cedió Filipinas a Estados Unidos. La traición era evidente.

En 1899 nació la Primera República Filipina, con Aguinaldo como presidente y Malolos como sede. Fue la primera república constitucional de Asia. Pero la nueva guerra era inevitable. EE. UU. no quería socios, sino control. La guerra filipino-estadounidense fue brutal. Aguinaldo fue capturado en 1901 y obligado a rendirse. La república fue aplastada.

 

Años después, Aguinaldo no ocultaba su amargura: “Los norteamericanos nos traicionaron”, dijo en entrevistas. Prometieron libertad y dieron ocupación. La independencia de 1898 no fue reconocida hasta 1946. Medio siglo de guerra, sumisión cultural y pérdida de soberanía.


Filipinas cambió de amo, pero no de destino. Aguinaldo proclamó la libertad, pero no la consiguió. Su historia refleja la tragedia de muchos pueblos colonizados: lucharon por la emancipación y terminaron en nuevas cadenas.


NATIONAL GEOGRAPHIC

martes, 15 de julio de 2025

SUEÑO LUCIDO

 


Qué son los sueños lúcidos y cómo se experimentan?


“La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante.”



Hace un tiempo escuché en un programa de radio sobre los sueños lúcidos. El tema me atrapó: tenía algo de misterio, algo de ciencia y mucho de introspección. No imaginaba entonces que poco después viviría una experiencia muy cercana a ese fenómeno.

Mi breve incursión en ese mundo fue suficiente para despertar el interés. Como toda experiencia significativa, dejó más preguntas que respuestas, pero también una certeza:

Durante una fase REM, tengo un Appel Watch y veo eso de la fase REM,  me desperté brevemente dentro de un sueño. Estaba en un espacio sombrío, parecido a una cueva inmensa, caminando entre edificios familiares. Reconocí a personas de mi pasado profesional. Me di cuenta de que estaba soñando. Cerré los ojos dentro del sueño —como quien decide no salir aún del cine— y, para mi sorpresa, pude seguir caminando. Al despertar, me dije: “Esto ha sido un sueño lúcido”. Intrigado, empecé a leer más. Lo que descubrí fue tan interesante como revelador.

Pasamos un tercio de la vida dormidos.  Está comprobado que m



ás que una curiosidad, los sueños lúcidos son una oportunidad para explorar la mente, vivir experiencias imposibles, enfrentar miedos y, en algunos casos, sanar.

Un sueño lúcido es aquel en el que somos conscientes de estar soñando. A diferencia del sueño común, donde somos espectadores pasivos, en un sueño lúcido podemos decidir, intervenir, explorar. Para algunos ocurre espontáneamente. Otros lo aprenden y lo inducen con práctica. Este tipo de sueños suelen suceder en la fase REM, cuando la actividad cerebral se asemeja a la vigilia. En ese estado, algo se activa: la conciencia se enciende dentro del sueño, y lo que ocurre a partir de allí puede ser transformador.

Estos sueños no es magia, pero requiere práctica y atención. Algunas técnicas recomendadas que he leído son:

  • Reality checks (pruebas de realidad): preguntarse durante el día “¿estoy soñando?” o intentar atravesar una pared. Convertido en hábito, puede replicarse en el sueño.

  • MILD (Inducción Mnemotécnica de Sueños Lúcidos): antes de dormir, visualizarse dentro de un sueño y repetirse la intención de reconocer que se está soñando.

  • WILD (Lucidez Iniciada desde la Vigilia): técnica avanzada para entrar directamente en el sueño sin perder la conciencia.


Según estos estudios llevar un diario de sueños también ayuda. Anotar detalles al despertar mejora la memoria onírica y permite detectar patrones. Con práctica, uno aprende a reconocer sus propios sueños.

Sa neurociencia muestra que durante los sueños lúcidos hay una mayor activación de la corteza prefrontal dorsolateral, vinculada al pensamiento crítico y la toma de decisiones. El cerebro, en cierto modo, despierta dentro del sueño. Desde la experiencia subjetiva, el cambio es total: dejamos de ser arrastrados por el inconsciente y tomamos el control.

Más allá de la curiosidad, los sueños lúcidos parece que tienen aplicaciones prácticas:

  • Terapéuticos: personas con pesadillas recurrentes (como quienes sufren TEPT) pueden reconstruir o interrumpir los sueños, reduciendo su impacto emocional.

  • Creativos: sirven para explorar ideas, ensayar escenas o buscar soluciones imaginarias. Son un laboratorio interior.

  • Espirituales: en tradiciones como el budismo tibetano, el “yoga del sueño” busca la meditación consciente durante el sueño.


El psicólogo Antonio Zadra sostiene que los sueños lúcidos ayudan a enfrentar miedos, resolver conflictos y fortalecer la autoconciencia.

Como toda herramienta potente, también implica riesgos. Personas con trastornos del sueño (insomnio o narcolepsia) pueden experimentar dificultades si intentan mantener la lucidez. Otros pueden sentir desorientación al despertar si confunden sueño y vigilia. Por eso es importante abordar el fenómeno con respeto y sin forzarlo.


El término sueño lúcido fue acuñado en 1913 por el psiquiatra Frederik Van Eeden, aunque culturas antiguas ya lo mencionaban. En los años 70 y 80, Stephen LaBerge demostró su existencia científicamente mediante técnicas de comunicación desde el sueño. Hoy la ciencia lo estudia con creciente interés, y existen comunidades dedicadas a compartir experiencias y métodos.



Dentro del sueño, hay otra forma de despertar.

miércoles, 9 de julio de 2025

FATA MORGANA



Entre espejismo, leyenda y música pop



La primera vez que escuché el término Fata Morgana no fue en un libro de física atmosférica ni investigando leyendas medievales. Lo oí en la música de un grupo que, sin saberlo en ese momento, transmitía a la perfección el significado profundo del nombre. Fatamorgana, el dúo formado por Patrycja Proniewska y Louis Harding, nació en 2017 como un proyecto musical independiente. Con una estética post punk y letras en español, su sonido parecía abrir las puertas a un universo paralelo, casi onírico.

Hoy, por fin, entiendo lo que realmente significa “Fata Morgana”. No tiene que ver con la música, pero sí con el asombro.

La Fata Morgana es un fenómeno óptico fascinante: un tipo de espejismo superior que ocurre justo sobre el horizonte. Se produce cuando hay una inversión térmica —una capa de aire caliente reposa sobre otra más fría—, creando un efecto de refracción que distorsiona las imágenes. Esa refracción puede alargar, invertir o duplicar objetos lejanos, haciendo que montañas, barcos, ciudades o icebergs parezcan flotar, elevarse o incluso desaparecer.

Estas visiones no son fijas ni nítidas; cambian con rapidez, generando composiciones fantasmales, estiradas o apiladas, casi como una alucinación natural. Se observan sobre todo en zonas costeras tranquilas, regiones polares o montañas altas. Uno de los lugares más famosos para contemplarla es el estrecho de Mesina, entre Sicilia y Calabria.

El nombre no es casual. Proviene de Morgan le Fay, la hechicera de las leyendas del Rey Arturo. En la Edad Media se creía que estas ilusiones ópticas eran castillos flotantes o islas mágicas creadas por Morgana para confundir a los navegantes. Esa asociación entre lo visualmente inexplicable y lo sobrenatural dio origen a múltiples leyendas que aún perduran.

Entre ellas, destaca la del Holandés Errante, el mítico barco condenado a vagar eternamente. Muchos creen que los marineros no vieron un barco fantasma real, sino una imagen distorsionada por una Fata Morgana. También hay relatos sobre sirenas, ciudades flotantes y tierras encantadas, proyectadas por Morgana para seducir y perder a los hombres del mar.

Más allá de su belleza óptica, la Fata Morgana ha dejado huella en la literatura, la música y el folclore, simbolizando siempre lo inalcanzable, lo ilusorio, lo engañoso. Como metáfora cultural, nos recuerda que no todo lo que vemos es real, que la percepción humana puede ser alterada por condiciones externas, y que la magia a veces no está en el objeto observado, sino en la forma en que lo vemos.

En definitiva, la Fata Morgana une ciencia y mito en un solo fenómeno. Es una ilusión, pero de esas que nos hacen mirar el horizonte con nuevos ojos. 

sábado, 5 de julio de 2025

ESPAÑOLES OLVIDADOS




Cinco Españoles Olvidados que Fueron Clave en el Nacimiento de EE. UU.

Hoy he descubierto una gesta poco conocida pero fascinante de españoles que jugaron un papel esencial en el nacimiento de los Estados Unidos. No se trata de conquistadores coloniales, sino de protagonistas del siglo XVIII que, con valentía, estrategia y diplomacia, ayudaron de manera decisiva a los insurgentes americanos durante su lucha por la independencia.

Todo comenzó al leer un artículo publicado por el digital El Debate, el 4 de julio de 2025, titulado “Tres españoles que tuvieron protagonismo en el nacimiento de Estados Unidos.” En él, se destacaban las figuras de Luis de Unzaga, David Farragut y Carlos de Casanave como piezas claves pero poco reconocidas de este proceso histórico.

Movido por la curiosidad, decidí indagar un poco más y descubrí que hubo otros personajes igualmente relevantes que merecen ser recordados. Así, a los tres ya mencionados, se suman Bernardo de Gálvez y Diego de Gardoqui, ampliando esta lista a cinco figuras hispánicas que dejaron huella profunda en los orígenes de la nación estadounidense.

1. Bernardo de Gálvez 

Militar brillante y gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez fue un firme defensor de la causa estadounidense. Lideró campañas militares victoriosas contra los británicos en Baton Rouge, Mobile y Pensacola. Su lema, “Yo solo”, simboliza la valentía con la que avanzó sin esperar refuerzos.

2. Diego de Gardoqui 

Diplomático vasco y representante español ante el Congreso Continental, Diego de Gardoqui facilitó armas, dinero y suministros esenciales. Su habilidad diplomática consolidó la alianza hispano-estadounidense, debilitando así el poder británico.

3. Luis de Unzaga 

Gobernador de Luisiana antes que Gálvez, Luis de Unzaga abrió el puerto de Nueva Orleans al contrabando pro-revolucionario y estableció contacto con Washington. Fue uno de los primeros en ayudar, incluso antes de que España declarara formalmente la guerra a Inglaterra.

4. David Farragut 

Nacido en Tennessee, hijo de un inmigrante español de Menorca, David Farragut alcanzó el rango de primer almirante en la Marina estadounidense. Su papel militar, aunque más conocido en la Guerra Civil, refleja el arraigo de familias españolas en la formación del país.

5. Carlos de Casanave 

Notario real en Nueva Orleans y destacado empresario, Carlos de Casanave fue fundamental para mantener la estabilidad económica y administrativa en el sur durante los años revolucionarios.

Un Legado Hispano por Redescubrir

Estos cinco nombres —Gálvez, Gardoqui, Unzaga, Farragut y Casanave— demuestran que la independencia de Estados Unidos no fue sólo una historia anglosajona. Fue una epopeya compartida donde España desempeñó un papel generoso y decisivo, tanto en el frente militar como en el diplomático y económico.




ESTOICISMO, CAOS Y SIMULACIÓN: EL ARTE DE ELEGIR

Estoicismo, Caos y Simulación Este artículo resume un ensayo en el que analizo tres enfoques diferentes —Estoicismo, Teoría del Caos e ...