viernes, 30 de mayo de 2025

TELECOMUNICACIONES DEL FUTURO

 





La tecnología siempre ha sido lo mío, desde los disquetes hasta la inteligencia artificial


 

El futuro de las telecomunicaciones será más automático y centrado en el usuario. Las empresas con buena infraestructura, innovación y buena atención al cliente tendrán mayor éxito.

Siempre me ha interesado la tecnología. Desde los primeros ordenadores allá por los años 90 hasta la inteligencia artificial actual, siempre he sido un usuario curioso, aprendiendo y compartiendo lo que descubría. Mantenerse al día no es cuestión de moda, es una forma de entender el mundo, y no tiene edad. Pasó la época del Internet de 56 Kbps, el famoso módem de 56K a los tiempos actuales

Hoy miro hacia el futuro de las telecomunicaciones, donde todo estará más conectado, los procesos serán más automáticos, los servicios se mezclarán y las empresas tendrán que adaptarse rápido. No es solo un cambio técnico, también es un cambio de cultura. Las compañías que combinen innovación, buenas infraestructuras y atención al usuario serán las que lideren este cambio. Para quienes seguimos de cerca la tecnología, es un momento de grandes desafíos, pero también de oportunidades.
La industria de las telecomunicaciones está cambiando a gran velocidad gracias a nuevas tecnologías como el 6G, los satélites de internet, la inteligencia artificial y la automatización. Todo esto cambia cómo nos conectamos, consumimos contenido y manejamos información. Además, obliga a las empresas a ser más flexibles, seguras y sostenibles.

Según he leído el 6G ofrecerá velocidades mucho más rápidas que el 5G y casi sin demoras. Permitirá cosas como videollamadas en 3D, aplicaciones médicas a distancia y ciudades más inteligentes. Además, con la criptografía avanzada, las comunicaciones serán mucho más seguras. Por otro lado, los nuevos satélites de órbita baja están llevando internet a zonas remotas, reduciendo las diferencias de acceso. Son rápidos, estables y complementan las redes de tierra.

Hoy las compañías de telecomunicaciones no solo venden internet o llamadas. También ofrecen películas, videojuegos, almacenamiento en la nube y herramientas de trabajo. Buscan que todo esté en un solo paquete, fácil y cómodo para el usuario. Esto ayuda a que las personas y empresas tengan experiencias digitales más integradas y adaptadas a sus necesidades.

El 5G ya permite conectar más dispositivos y mejorar servicios como las ciudades inteligentes o las fábricas automatizadas. El 6G irá más allá: conexión más rápida, estable y capaz de gestionar millones de dispositivos a la vez. Esto será clave para tecnologías como la realidad aumentada, los coches autónomos y los procesos industriales inteligentes.

La inteligencia artificial está cambiando la forma en que funcionan las redes. Permite que las compañías detecten problemas y los solucionen casi en tiempo real. También ha mejorado la atención al cliente, gracias a asistentes virtuales que responden dudas rápidamente. Además, procesar los datos más cerca del usuario ayuda a que todo sea más rápido y eficiente.

Cada vez más, los servicios de telecomunicaciones se ofrecen en forma de suscripción, como se hace con las series o la música. Esto incluye internet, entretenimiento, videojuegos o almacenamiento. También se están creando herramientas para que sectores como la salud, la banca o el transporte puedan integrar fácilmente estos servicios. Las empresas analizan los hábitos de uso para ofrecer planes más personalizados, aunque esto también plantea retos de privacidad y protección de datos.

Con tantas conexiones, la seguridad es más importante que nunca. Las empresas aplican modelos de control más estrictos para proteger los datos y cumplir con leyes. También se trabaja en crear reglas claras para que las redes de tierra y las de satélite funcionen bien juntas.

En la “Valencia 6G Week” de 2024, expertos de todo el mundo discutieron cómo será el 6G. La idea es que no solo conectará dispositivos, sino también inteligencias artificiales, transmitiendo conocimiento en lugar de datos brutos. Esto hará las comunicaciones más seguras y eficientes. Veremos cosas como consultas médicas a distancia en 3D, terapias con realidad aumentada o robots controlados remotamente, todo en tiempo real.

Telefónica, Ericsson y Matsuko lograron hacer una llamada holográfica usando móviles comunes. La imagen 3D se transmitía sin necesidad de aplicaciones extra, gracias a la red existente. Esto muestra que las llamadas tridimensionales están más cerca de ser una realidad.

Aunque todavía hay retos, como mejorar la calidad de las imágenes y sincronizar bien el sonido y el vídeo, es un avance claro hacia una comunicación más inmersiva y natural. Ver para creer.

  • 1.     El País. (2025). Hiperconectividad y llamadas holográficas: las telco corren para adaptarse. https://elpais.com/proyecto-tendencias/2025-05-16/
  • 2.     VASS. (2025). Tendencias emergentes en Telecomunicaciones y Media. https://vasscompany.com/es/insights/blogs-articles/tendencias-telecomunicaciones-media/

  • 3   Cadena SER. (2024). La tecnología 6G podría ponerse en marcha en 2030.
  •  https://cadenaser.com/comunitat-valenciana/2024/09/08/
  • 4    Redes & Telecom. (2025). Llamadas holográficas con smartphone. https://www.redestelecom.es/comunicaciones/llamadas-holograficas-a-traves-del-smartphone/
  • 5  Microsoft Pulse. (2024). Microsoft Teams y el trabajo remoto. https://pulse.microsoft.com/es-es/

 

jueves, 29 de mayo de 2025

INVASION O TRANSFORMACION?

 





¿Invasión o transformación? El nuevo rostro demográfico del Mediterráneo español

Cada día observo noticias en la prensa sobre el incremento de extranjeros en España, especialmente en su fachada mediterránea. En El Campello, veo cómo se van domiciliando  más personas procedentes de otros países: ucranianos, argentinos, franceses, belgas…

España ha vivido en las últimas décadas un cambio demográfico de gran alcance. Zonas como Murcia, Almería, Alicante, Cataluña o Baleares presentan hoy porcentajes de población extranjera que superan el 20%. A nivel nacional, el dato ronda el 15%, con más de un millón de marroquíes y cifras también altas de colombianos, ecuatorianos, rumanos, ingleses, chinos y subsaharianos.
Este fenómeno ha ocurrido en apenas tres décadas, un cambio súbito en términos históricos. La pregunta que me hago es: ¿estamos viviendo una nueva forma de invasión? No en el sentido bélico, sino como un proceso masivo de asentamiento y transformación cultural, social y económica.

Recordéque en el año 711 se marcó el inicio simbólico de la presencia islámica en la península. Hoy, muchos historiadores, como Emilio González Ferrín, sostienen que más que una invasión armada, lo que ocurrió fue un proceso prolongado de migración, arabización e integración mediterránea. Si trasladamos esa lógica a la actualidad, las similitudes son evidentes: no llegan ejércitos, pero sí personas empujadas por guerras, pobreza, represión o la búsqueda de una vida mejor. La frontera sur española vuelve a actuar como espacio de entrada y mestizaje. Lo que fue Al Ándalus hoy es un crisol cultural en construcción.

Estamos viendo como España atraviesa una transformación demográfica acelerada. Alta concentración de población extranjera en zonas costeras y agrícolas, pluralidad de orígenes que configuran nuevos entornos urbanos, lingüísticos y religiosos, y procesos de integración desiguales: desde barrios integrados hasta núcleos de fuerte segregación cultural o económica. No es una invasión clásica, pero sí un asentamiento masivo y estructural que cambia el rostro del país. Como en el pasado, estos movimientos no son ajenos, sino parte de la historia viva del territorio.

El litoral mediterráneo, experimenta un cambio demográfico acelerado, con zonas que superan el 20% de población foránea. Se reconfigura el entorno sociocultural, aparecen nuevos barrios, lenguas, religiones y redes económicas. La integración es desigual: conviven inclusión y convivencia pacífica con marginación, desarraigo o conflictos localizados. Creo que no se trata de una invasión militar, pero sí de una transformación migratoria de gran escala. Como en otros tiempos, será la historia quien determine si este proceso deriva en una configuración multicultural y cohesionada o en fragmentaciones si no se gestiona con inteligencia.

¿Esto terminará mal? No necesariamente. Todo dependerá de la gestión política e institucional, que debe ser firme, realista e integradora; de la capacidad para integrar sin diluir la identidad común ni erosionar la cohesión social; y de la percepción colectiva: si predomina el miedo o el valor del enriquecimiento cultural y económico.

Este proceso no debe observarse con ingenuidad ni con alarmismo. El Estado y las instituciones locales deben vigilar atentamente el tipo de migración que se produce. Observamos como junto a la migración laboral y vulnerable, llegan también inversores, propietarios y élites económicas de Europa del Este, Rusia, Ucrania, China, Latinoamérica y Estados del Golfo. Muchos adquieren activos estratégicos: propiedades inmobiliarias, negocios turísticos, terrenos agrícolas, residencias de lujo, incluso medios de comunicación. A medio plazo, si no se encauza correctamente, estos nuevos residente con inversiones importantes  podrían influir en el tejido económico y en la toma de decisiones políticas locales o estatales.

España no puede renunciar a su vocación integradora ni a su legado mestizo, pero tampoco puede dejar de proteger su modelo democrático ni el interés colectivo de sus ciudadanos. Es una línea delicada que exige inteligencia, planificación y visión de largo plazo.

España vive hoy un proceso de asentamiento masivo y transformación cultural comparable en escala —aunque no en naturaleza bélica— a grandes movimientos históricos. No es una invasión, pero sí un cambio estructural que transformará la sociedad en el medio y largo plazo.

Este fenómeno exige análisis profundo, políticas inteligentes y anticipación. No se trata solo de integrar a quienes llegan, sino también de proteger los equilibrios que sostienen la convivencia, la identidad compartida y la soberanía política. Solo así podrá construirse una España plural pero cohesionada, abierta pero consciente de sí misma.

ENVEJECER BIEN

 




 Vivir bien no es llegar lejos, es estar presente en lo que importa


 

Hoy la noticia agradable ha sido descubrir, gracias a una científica brillante, cuánto se ha avanzado en el conocimiento sobre el envejecimiento y la calidad de vida. Me ha resultado especialmente interesante cómo cosas tan simples como dormir bien, tener una actitud positiva o cuidar las relaciones personales influyen tanto en cómo envejecemos. También me ha impactado saber que la ciencia está mucho más cerca de lo que creemos de ayudarnos a vivir más —y mejor—.

El envejecimiento es inevitable, pero no tiene por qué arrastrarnos a la decadencia física y mental. Esto es lo que defienden Ana María Cuervo, bióloga molecular, y Juan Luis Arsuaga, paleoantropólogo, en una conversación que va al grano: la clave no es vivir más años, sino vivirlos con salud y autonomía.

Cuervo, que codirige el Instituto Einstein en Nueva York, estudia a personas centenarias para entender qué tienen en común quienes llegan tan lejos con buena salud. ¿La respuesta? Una mezcla de genética afortunada y ciertos hábitos que cualquiera puede aplicar: buena alimentación, descanso real, manejo del estrés y mantener el cerebro activo. La actitud también importa más de lo que creemos.

Arsuaga recuerda que hace apenas dos millones de años vivíamos lo que vive un chimpancé —unos 45 años— y ahora doblamos esa cifra. Pero el problema es que muchos de esos años se viven con pérdidas funcionales. Por eso, Cuervo impulsa la geromedicina: medicina personalizada basada en detectar qué mecanismos celulares están fallando y tratarlos a tiempo. No hace falta arreglar todo: mejorar un área clave puede beneficiar al resto del organismo.

Aún no hay medicamentos oficialmente aprobados para alargar la vida, pero hay estudios prometedores con fármacos como la metformina o la rapamicina. También la inteligencia artificial está ayudando a identificar nuevas aplicaciones de fármacos ya existentes. Pero lo que sí está claro hoy es que los hábitos de vida son determinantes. Y muchos de ellos no cuestan dinero.

Dormir bien, por ejemplo, es algo universal y gratuito. Pero vivimos en una sociedad que lo descuida. Cuervo insiste también en la importancia de respetar los ritmos circadianos, hacer ayunos adaptados, evitar comidas ultra procesadas y mantener vínculos sociales saludables. El estrés, la soledad y la falta de estímulo mental son auténticos aceleradores del deterioro.

Lo más potente que dijo Cuervo fue que el envejecimiento no es solo una cuestión biológica, sino también una cuestión de oportunidades: el código postal y el nivel educativo pueden determinar tanto o más que la genética. Por eso, si hay inversión en investigación, aunque venga de multimillonarios como los de Altos Labs, bienvenida sea, siempre que se haga con rigor y para beneficio colectivo.

No se trata de buscar la inmortalidad, sino de vivir bien el tiempo que tenemos. Envejecer mejor es posible, y empieza por cómo vivimos hoy.

 

Fuente: “Cuervo y Arsuaga, sobre cómo envejecer mejor: ‘Dormir es algo democrático, universal y gratis, y nadie duerme’”, por Nuño Domínguez. EL PAÍS, 27 mayo 2025.

 

martes, 27 de mayo de 2025

Y SI NO MORIMOS DEL TODO?





¿Y si seguimos presentes después de morir?



Hoy he leído una noticia en El País (7 de mayo de 2025) que confirma algo que parecía ciencia ficción y ya empieza a ser real: los llamados “fantasmas generativos”. Se trata de réplicas digitales de personas que seguirían existiendo después de su muerte gracias a la inteligencia artificial.

Un estudio de Google DeepMind y la Universidad de Colorado Boulder analiza esta tecnología que ya está en marcha. Empresas como Rememory o HereAfter AI graban horas de entrevistas para crear avatares digitales capaces de conversar, contar recuerdos, mostrar fotos o dar consejos. Algunas personas están dejando estas versiones para acompañar a su familia cuando ya no estén.

El potencial es enorme, pero las preguntas también.
¿Qué pasa si un avatar de un niño fallecido “crece”?
¿Y si dice cosas que la persona real nunca habría dicho?
¿Podría ayudar en casa, generar ingresos o incluso mediar en conflictos familiares?

No todo son ventajas. Un avatar puede consolar, pero también convertirse en una presencia incómoda. Podría revelar secretos, decir algo ofensivo o ser manipulado para acosar o cometer delitos. A esto se suman riesgos legales, éticos y emocionales.
En países como China o Corea del Sur, donde mantener vínculos con los muertos forma parte de la tradición, la tecnología avanza con menos resistencia. En Occidente, el debate gira en torno a cómo entendemos la muerte, la privacidad y el legado digital.

La pregunta final es inevitable:
¿Queremos ser recordados… o queremos seguir presentes?
Con cada avance, la línea entre memoria y permanencia se hace más fina. Lo que parecía una distopía ya está en camino.

domingo, 25 de mayo de 2025

REVOLUCIONARIOS U OPORTUNISTAS

 




Una mirada crítica a los líderes de la emancipación hispanoamericana



He escuchado con frecuencia, y con entusiasmo, cómo en América Latina se celebran actos conmemorativos en honor a los libertadores por haber conseguido la independencia de España y los supuestos beneficios que esto trajo a sus pueblos. Cada año, millones de latinoamericanos conmemoran con fervor patriótico la ruptura con la corona española: hay desfiles, banderas en alto y discursos que glorifican la libertad conquistada por valientes héroes nacionales. Pero detrás de esa narrativa épica persiste una pregunta incómoda: ¿quiénes impulsaron realmente la independencia? ¿Y qué intereses estaban en juego?

Lejos de la imagen de un pueblo unido alzándose contra la tiranía, la historia documenta que las independencias no fueron protagonizadas por los pueblos indígenas, mestizos o afrodescendientes. Tampoco fueron revoluciones sociales al estilo de la Revolución Francesa. Por el contrario, fueron procesos impulsados por las élites criollas —descendientes de españoles nacidos en América— que, tras siglos de formar parte de la estructura colonial, vieron en la crisis de la monarquía española una oportunidad para hacerse con el poder.

Estas élites, frustradas por ser excluidas de los altos cargos reservados a peninsulares, no cuestionaban el orden social, económico ni religioso heredado del imperio. Solo deseaban ocupar el lugar de los virreyes y capitanes generales. Su lucha no fue por la igualdad ni por la justicia, sino por el poder. ¿Puede llamarse “liberación” a un simple cambio de manos en el gobierno territorial?

El momento histórico fue determinante. La invasión napoleónica a comienzos del Siglo XIX debilitó a España y dejó un vacío político. No fue el clamor popular, sino la geopolítica europea la que abrió el camino a la emancipación. En ese contexto, los criollos actuaron como oportunistas racionales, no como revolucionarios. Desde la mirada de la España de entonces, no hay duda: fueron traidores que aprovecharon el caos para desconocer a la autoridad legítima. Desde la óptica moderna, quizás se les pueda conceder el título de “fundadores”, pero difícilmente el de redentores o libertadores.

Peor aún, al tomar el poder, estas nuevas repúblicas replicaron el sistema colonial casi en su totalidad: desigualdad estructural, exclusión étnica, dominio oligárquico y violencia contra los sectores populares. Los indígenas no obtuvieron derechos, los esclavos no fueron liberados de inmediato y la “ciudadanía” fue un privilegio reservado a los alfabetos, propietarios y varones blancos.

Por tanto, cuando un latinoamericano medio —sin herencia criolla, sin privilegios de cuna, sin voz en aquel proceso— celebra la independencia, ¿qué celebra realmente? ¿Una supuesta libertad que nunca lo incluyó? ¿Un mito nacional que borra su historia?

Tal vez llegó el momento de dejar de repetir las ficciones fundacionales sin reflexión crítica. La independencia no fue un acto de justicia universal, sino una disputa entre españoles de dos continentes por el control de un imperio en crisis. Y si bien de ella nacieron esas repúblicas, también nacieron sus contradicciones.

Las independencias latinoamericanas fueron, en muchos casos, proyectos de poder criollo más que gestas populares. Celebrarlas no debe implicar ocultar su origen elitista ni fantasear con un proceso que dejó intactas las estructuras de dominación. Quizás la verdadera emancipación aún esté por construirse.









ESTOICISMO, CAOS Y SIMULACIÓN: EL ARTE DE ELEGIR

Estoicismo, Caos y Simulación Este artículo resume un ensayo en el que analizo tres enfoques diferentes —Estoicismo, Teoría del Caos e ...