martes, 12 de agosto de 2025

BERLANGA Y VIZCAINO CASAS. DOS VALENCIANOS



Berlanga y Vizcaíno Casas: dos valencianos

Luis García Berlanga y Fernando Vizcaíno Casas, ambos valencianos, retrataron la España de la posguerra desde posturas ideológicas opuestas, pero con herramientas similares: crítica, ironía y humor. Berlanga, desde una mirada progresista en el cine; Vizcaíno Casas, desde la literatura con una visión conservadora. Sus diagnósticos coincidían: España es un país de contradicciones, donde el poder y las costumbres sobreviven a cualquier cambio de régimen.

Ninguno se dejó arrastrar por la solemnidad; usaron el humor como forma de señalar fallos colectivos y ofrecer un retrato reconocible de la sociedad. En conjunto, sus obras proporcionan una apreciación complementaria y exhaustiva de la España de la posguerra y la Transición, presentando dos enfoques diferenciados sobre una misma realidad que resultan fundamentales para su comprensión.

Coincidencias

En lo que coincidían, destaca su visión crítica de la sociedad española. Los dos expusieron hipocresías, absurdos y contradicciones: Berlanga a través de películas con guiones llenos de diálogos cruzados y situaciones absurdas; Vizcaíno Casas con novelas, obras de teatro y guiones cargados de ironía. El humor fue su arma. Prefirieron la sátira y la caricatura al enfrentamiento directo, utilizando personajes corrientes —funcionarios, políticos, vecinos, aristócratas— para mostrar cómo el sistema social se sostenía a pesar de sus disfunciones. Supieron retratar el cambio político del franquismo a la democracia y captar cómo las élites y las costumbres se adaptaban, o no, a los nuevos tiempos. Ambos generaron controversias: Berlanga fue cuestionado por sectores conservadores y por la censura, mientras que Vizcaíno Casas suscitó críticas entre grupos progresistas y quienes defendían el relato oficial de la Transición.

Diferencias

Las diferencias eran profundas. Berlanga se movía en una órbita más cercana a la izquierda liberal, con simpatía por causas sociales y un enfoque crítico hacia el franquismo. Vizcaíno Casas se situaba en el conservadurismo, reivindicando aspectos del régimen y cuestionando la democracia naciente, defendiendo que la memoria también debía incluir a los “vencidos” ideológicos. Las intenciones de su crítica también divergían: Berlanga buscaba desmontar la retórica oficial y mostrar la vulnerabilidad humana que se escondía tras las instituciones, a menudo con un enfoque universal; Vizcaíno Casas ofrecía una contraversión al discurso dominante, planteando que la Transición no debía ser vista como un relato único.

Su lenguaje y formato eran distintos: Berlanga construía historias visuales con planos secuencia, diálogos superpuestos y escenas caóticas que obligaban al espectador a interpretar; Vizcaíno Casas utilizaba una narración directa, irónica y más explícita, que no dejaba espacio para ambigüedades. También difirieron en la relación con la censura. Berlanga desarrolló gran parte de su carrera bajo el franquismo, sorteando la censura con metáforas y simbolismos. Vizcaíno Casas publicó en democracia y gozó de libertad para expresarse sin filtros. En cuanto al legado, Berlanga es hoy una figura institucionalizada, estudiada y homenajeada; Vizcaíno Casas ha quedado en un segundo plano, con menor presencia en ámbitos académicos y mediáticos, en parte por la incomodidad política que todavía genera su obra.

OTRA LITERATURA · BERLANGA
A ambos autores les he dedicado espacio en dos de mis blogs: puedes leer más en mi entrada sobre Berlanga y en mi entrada sobre Fernando Vizcaíno Casas.

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