sábado, 28 de junio de 2025

ANTONIO BANDERA. UN ESPAÑOL

 






España no es un estereotipo, es una potencia cultural e histórica

Me ha sorprendido gratamente el vídeo en el que Antonio Banderas ofrece una contundente y elegante respuesta al presentador estadounidense Stephen Colbert, tras una desafortunada referencia a España durante una emisión en directo. En tono de burla, Colbert sugirió que España es un país atrasado, sin cultura, haciendo comentarios sarcásticos sobre la paella —a la que describió como “un plato pobre de arroz con camarones”— y presentando a los españoles como un pueblo que intenta enseñar al mundo pese a haber perdido su imperio. Este conjunto de estereotipos negativos no solo ridiculiza a España, sino que perpetúa una visión simplista y desinformada del país.

Ante ello, Antonio Banderas respondió con brillantez y educación, reivindicando con orgullo la riqueza cultural, histórica y social de su patria. Su intervención fue una lección de identidad y respeto, articulada con serenidad y firmeza, dejando en evidencia la superficialidad del comentario de Colbert sin caer en la confrontación directa.

Recomiendo ver el vídeo completo; realmente vale la pena. Es una muestra magistral de cómo desmontar prejuicios con inteligencia y dignidad. La intervención de Banderas no solo defendió a España, sino que también elevó el nivel del debate público internacional.




viernes, 27 de junio de 2025

LOS GUERREROS DE XIAN

 





El arte no se mira, se descifra.

En enero de 2024, tuve la oportunidad de visitar la exposición de los Guerreros de Xi’an en el MARQ de Alicante. Ante la imposibilidad de viajar a China para verlos en su ubicación original, esta muestra fue una alternativa extraordinaria que superó mis expectativas. Contemplar de cerca estas imponentes figuras y los objetos que las acompañaban fue una experiencia tan impactante como enriquecedora.

La exposición, titulada “El Legado de las Dinastías Qin y Han, China. Los Guerreros de Xi’an”, fue organizada por la Diputación de Alicante a través del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) y su fundación, en colaboración con importantes instituciones culturales chinas. Esta fue la primera muestra en Europa con piezas originales de los Guerreros de Xi’an desde la pandemia, y la más significativa celebrada en España sobre este tema.

La colección incluyó más de 120 piezas originales, procedentes de varios museos de China, entre ellas nueve guerreros y un caballo de terracota —el máximo permitido por el gobierno chino para salir del país—, además de réplicas y otros objetos de gran valor histórico y arqueológico.

Uno de los aspectos más destacados fue su diseño expositivo innovador. Las vitrinas circulares, la ambientación sensorial con aromas como cerezo, arroz, incienso, flor de loto y té, y la música compuesta especialmente para la muestra, ofrecían una experiencia inmersiva que permitía al visitante adentrarse en la cultura material de las dinastías Qin y Han. Todo ello facilitó una comprensión profunda del contexto histórico del ejército de terracota, creado para custodiar la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang.

La dirección de la exposición estuvo a cargo del profesor Marcos Martinón-Torres, catedrático de Ciencia de la Arqueología en la Universidad de Cambridge y referente mundial en el estudio de estas esculturas. Él destacó el valor científico de la muestra, que acercaba al público tanto la historia como los avances tecnológicos en el estudio de estas piezas únicas.

 Con una cifra récord de más de 280.000 visitantes, esta exposición se convirtió en la más visitada en la historia del MARQ, consolidando a Alicante como un punto clave en el mapa cultural europeo.

En definitiva, fue un evento arqueológico y cultural de enorme valor internacional, que acercó una de las maravillas más fascinantes del mundo antiguo al público español y europeo, con una propuesta innovadora, accesible y profundamente educativa.


martes, 24 de junio de 2025

LO QUE ESTÁ POR LLEGAR

Lo que está por llegar: ¿Y si seguimos presentes después de morir?


Hoy leí esta nota que no me sorprendió. “Así serán los ‘fantasmas’ con IA: trabajar tras nuestra muerte, aconsejar a los nietos o revelar sin querer una aventura”. Esto publica El País hoy, 7 de mayo de 2025.Es un tema que sigo de cerca y al que últimamente presto más atención. 

Según este articulo un estudio de Google DeepMind y la Universidad de Colorado Boulder analiza las implicaciones de una tecnología que parece de ciencia ficción: crear réplicas digitales de nosotros mismos o de seres queridos que sigan existiendo después de la muerte. Los llaman “fantasmas generativos”, y no están tan lejos.

Al parecer, ya existen empresas como Rememory o HereAfter AI que graban horas de entrevistas para construir una versión digital capaz de hablar con los vivos, compartir recuerdos, mostrar fotos o incluso dar consejos. Algunas personas ya usan estas herramientas con la idea de dejar una presencia que acompañe a su familia más allá de su muerte.

La investigación plantea preguntas que antes solo veíamos en series como Black Mirror. ¿Qué pasa si el avatar de un niño fallecido “crece”? ¿Y si la IA empieza a decir cosas que el verdadero ser querido nunca habría dicho? ¿Puede una réplica ayudar en casa, generar ingresos o resolver conflictos familiares? Todo esto ya se discute.

Pero el entusiasmo viene acompañado de advertencias. Los riesgos emocionales, éticos y legales no son pocos. Un avatar puede ser una fuente de consuelo o una presencia invasiva. ¿Qué pasa si dice algo ofensivo, si revela secretos del pasado, si es manipulado para acosar o cometer delitos?

En culturas como la china o la surcoreana, donde mantener vínculos con los muertos forma parte de la tradición, esta tecnología avanza con más naturalidad. En Occidente, el debate está más ligado a cómo entendemos la muerte, la privacidad y el legado.

La pregunta de fondo es clara: ¿queremos que nos recuerden o queremos seguir presentes? Con cada avance, la IA borra un poco más la línea entre memoria y permanencia. Y como casi todo en este campo, lo que parecía una distopía ya empieza a tomar forma.


martes, 17 de junio de 2025

ANACRONISMO DE LOPEZ OBRADOR

 


La ignorancia afirma, la ciencia duda.


En 2021, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador pidió a España y al Vaticano que se disculparan por los abusos cometidos durante la conquista de América. Más allá del gesto simbólico, el planteamiento revela una mirada anacrónica: juzga el pasado con los valores morales y políticos del presente. Es un error común, pero no por eso menos problemático. Las estructuras sociales del siglo XVI —la ley, la religión, la moral— eran completamente distintas a las actuales. Ni el Reino de España ni la Iglesia de hoy son los mismos entes que lideraron la conquista hace 500 años. Pedirles cuentas como si fueran los mismos actores ignora siglos de transformaciones profundas.

Además, esta visión simplista de “conquistadores y conquistados” omite un hecho clave: decenas de miles de indígenas participaron activamente en la caída del Imperio azteca. Como recuerda el historiador Manuel Lucena Giraldo, muchos pueblos originarios se aliaron con los españoles no por sumisión, sino por estrategia. El imperio mexica no era querido por todos. La conquista fue también una guerra entre indígenas, una guerra civil instrumentalizada por un nuevo poder externo. Este dato incómodo no encaja en el relato actual que busca héroes y villanos claros, pero es esencial para entender la historia con rigor.

Lucena también critica el doble estándar que representa esta exigencia de perdón: se condenan hechos del siglo XVI, pero se guarda silencio sobre las violencias cometidas en los siglos XIX y XX por los propios Estados latinoamericanos contra los pueblos indígenas. ¿Dónde están las disculpas por eso? ¿Dónde está la responsabilidad asumida por la exclusión que todavía hoy persiste?

La historia ha sido usada políticamente desde la independencia, cuando las élites criollas neces



itaban separarse del pasado español.
La “leyenda negra” sirvió para construir una identidad nacional a partir del rechazo. Luego, en el siglo XX, el indigenismo reforzó una visión idealizada del indígena del pasado y una condena total a la conquista, mientras se ignoraban las injusticias presentes. Pero la historia no se puede escribir desde la comodidad de una ideología. No fue una cruzada de bárbaros europeos contra pueblos inocentes. Fue un proceso mucho más complejo, con alianzas, conflictos y transformaciones que no caben en relatos binarios.

Lo que propone Lucena es dejar atrás los clichés y abordar el pasado con seriedad. Entender al Imperio español como una monarquía global, no como un simple invasor. Reconocer que México, Perú, Colombia y otros países formaron parte de una red imperial que definió la historia mundial. El objetivo no es justificar, sino comprender. Solo así se podrá construir una memoria histórica madura, sin maniqueísmos ni atajos políticos.

Fuente: National Geographic Historia, entrevista a Manuel Lucena Giraldo.


jueves, 12 de junio de 2025

LEYENDA NEGRA. SEGUNDA PARTE

Imagen ilustrativa sobre la segunda leyenda negra de España

La Segunda Leyenda Negra: España y su exclusión internacional en la posguerra



La exclusión de España del Plan Marshall, su aislamiento diplomático y su caracterización como una anomalía europea durante la Guerra Fría no pueden explicarse únicamente por la dictadura de Franco. Una herencia de estigmas históricos, reforzada por la propaganda cultural y la geopolítica selectiva de las potencias vencedoras, consolidó lo que hoy varios historiadores ya definen como una “segunda leyenda negra”.

Este fenómeno no tuvo la misma intensidad ideológica que la del siglo XVI, pero sí un efecto similar: condenar a España al margen de los procesos clave del desarrollo occidental, en nombre de principios que se aplicaron de forma desigual.

La conocida Leyenda Negra del siglo XVI, alimentada por rivales europeos como Inglaterra y los Países Bajos, pintó a España como una potencia cruel, oscurantista e intolerante. Esta narrativa —difundida mediante propaganda y crónicas adversas— sirvió para desacreditar a un imperio que, en ese momento, dominaba vastos territorios globales. Lo que resulta sorprendente es cómo ciertos elementos de esta visión negativa reaparecieron siglos después, durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Varios estudios recientes coinciden en que una forma moderna de leyenda negra —una “segunda leyenda negra”— resurgió entonces, estigmatizando a España no solo por su régimen dictatorial, sino por factores culturales e históricos más amplios.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, España fue deliberadamente marginada del sistema internacional reconstruido por las potencias aliadas. En 1946, la recién fundada Organización de las Naciones Unidas recomendó el retiro de embajadores de Madrid, condenando al régimen franquista a un aislamiento diplomático que duró hasta mediados de los años 50. Además, a diferencia de Alemania Occidental o Japón —ambos responsables directos del conflicto global—, España fue excluida del Plan Marshall, el programa estadounidense de recuperación económica para Europa.

Este rechazo ha sido analizado no solo como una reacción al autoritarismo de Franco, sino también como un fenómeno que incorporó viejos prejuicios culturales. Como señala el historiador David Brydan (Franco’s Internationalists, 2019), esta marginación tuvo una clara carga simbólica, reforzando la imagen de España como una nación reaccionaria, “no confiable” y ajena a la modernidad occidental.

Uno de los puntos más llamativos de esta exclusión fue el doble estándar aplicado por Estados Unidos. Alemania, responsable del Holocausto y de los peores crímenes del siglo XX, fue objeto de una rápida rehabilitación y apoyo. Incluso políticos con vínculos al nazismo, como Hans Globke o Theodor Oberländer, ocuparon cargos públicos en la nueva Alemania Occidental. Mientras tanto, España, que no participó directamente en la guerra, fue tratada como un Estado paria. Esto, a pesar de que Franco había reprimido internamente al comunismo y mantenido una postura de neutralidad oficial, aunque con simpatías por el Eje.

Esta situación ha llevado a historiadores como Sebastiaan Faber o Stanley G. Payne a preguntarse si la exclusión no respondió tanto a principios democráticos como a prejuicios estructurales sobre lo “español”.

El Plan Marshall fue más que un programa económico: fue un instrumento estratégico para consolidar la hegemonía occidental frente a la amenaza soviética. La inclusión de países como Francia, Italia e incluso Alemania —a pesar de sus pasados autoritarios recientes— contrastó drásticamente con la exclusión de España.

El historiador D.A. Messenger, en Beyond War Crimes: US Policy in Franco’s Spain after WWII (2011), sostiene que la decisión de excluir a España respondió tanto a razones morales como a una necesidad simbólica de reafirmar un nuevo orden democrático, aunque esas mismas reglas no se aplicaron con igual severidad en otros contextos.

La hostilidad internacional no se limitó al terreno político o económico. Como señala Nathaniel Rosendorf en su estudio sobre propaganda y turismo (Franco Sells Spain to America, 2014), el régimen franquista tuvo que embarcarse en una campaña internacional de relaciones públicas para intentar mejorar su imagen en el mundo anglosajón. Esta necesidad de “vender” España como un destino amigable y moderno ilustra el grado de estigmatización heredado.

La retórica antifranquista fue también alimentada por exiliados republicanos y por medios de comunicación británicos y franceses, muchos de los cuales veían a España como un reducto del viejo fascismo europeo.

Varios académicos, como Sebastián Balfour y María Pilar Jáuregui, han reflexionado sobre cómo la Leyenda Negra evolucionó y se adaptó a los tiempos. En vez de denunciar la Inquisición o la Conquista de América, el discurso negativo se trasladó a la represión franquista, el atraso económico y la supuesta incapacidad española para alinearse con la modernidad europea.

La normalización llegó en 1953 con los Acuerdos de Madrid, mediante los cuales Estados Unidos accedió a proporcionar ayuda económica a cambio de bases militares estratégicas en suelo español. Pero para entonces, España había perdido los años clave de la reconstrucción europea y quedó al margen del proceso de integración inicial que dio origen a la actual Unión Europea.

Esta entrada tardía y condicionada alimentó aún más el sentimiento de agravio en sectores intelectuales españoles, que vieron cómo antiguos enemigos eran rehabilitados y su país seguía siendo percibido con recelo.


miércoles, 11 de junio de 2025

KIRCHNERISMO Y SANCHISMO

 


Cuando la realidad choca con sus creencias, el obstinado no duda: cambia la realidad



 

Hoy mi amigo Pepe, desde otra parte del mundo, me decía: si  Argentina se pudo desembarazarse del kirchnerismo, España podrá hacerlo con el sanchismo.

Tiene razón, kirchnerismo y sanchismo son dos variantes de poder personalista y oportunista. Deben terminar igual. Kirchner disfrazó de épica transformadora una estrategia de confrontación y concentración. Sánchez ha convertido la política en teatro: sin principios estables, con alianzas cambiantes y narrativa oportunista. Ambos utilizan el relato para ocultar la falta de un proyecto real, y los dos han terminado atrapados en sus propios excesos.

Este ensayo compara dos modelos de poder que crecieron explotando la polarización y el relato manipulado a conveniencia. El kirchnerismo terminó consumido por su propio desgaste. El sanchismo sigue avanzando, aunque cada vez más desgastado y con un final que puede arrastrar al socialismo español a su peor crisis histórica.

 

 

 

 

Análisis Comparativo

Similitudes:

  • Personalismo extremo: Tanto Kirchner como Sánchez basaron su liderazgo en su figura personal, desdibujando los partidos tradicionales que los llevaron al poder, socialismo y peronismo.
  • Manipulación del relato: Ambos usaron discursos simbólicos —derechos humanos y memoria histórica— como herramientas de poder, más que como compromisos reales.
  • Polarización como método: Hicieron de la confrontación su principal herramienta política para sostenerse.
  • Alianzas oportunistas: Pactaron con sectores ideológicamente opuestos para mantenerse en el poder: populismos regionales en Argentina, independentistas en España.
  • Corrupción y opacidad: Ambas experiencias terminaron manchadas por escándalos de corrupción que deterioraron su credibilidad.
  • Erosión institucional: El control absoluto de los partidos y la erosión de la separación de poderes fueron una constante

 

Diferencias:

  • Contexto económico: El kirchnerismo aprovechó un ciclo de bonanza económica precios de materias primas; el sanchismo ha tenido que navegar en un contexto de fatiga económica y alta deuda.
  • Estado actual: El kirchnerismo es historia pasada, enfrentado a su declive. El sanchismo sigue gobernando, aunque muestra síntomas de agotamiento.
  • Aproximación internacional: Kirchner se alineó con el populismo latinoamericano; Sánchez ha virado entre acercamientos pragmáticos y concesiones ideológicas sin rumbo claro.

 

 

KIRCHERSIMO

 

Kirchnerismo: confrontación, personalismo y agotamiento político

 

No fue un ciclo político más en la reciente historia de Argentina. Nació de una crisis, creció en un entorno favorable y terminó atrapado en su propio laberinto de poder, conflicto y desgaste. Se puede afirmar que su legado es tan complejo como contradictorio: un proyecto que prometía transformar y terminó atrapado en su propia lógica de confrontación, concentración y deterioro.

Néstor Kirchner no llegó al poder por un mandato popular arrasador. Apenas cosechó el 22% de los votos en 2003, beneficiado por el retiro de Carlos Menem en segunda vuelta. Sin embargo, creyó que en una sociedad descompuesta tras la crisis de 2001, el liderazgo fuerte era una demanda pendiente. Desde ese punto de vista, Kirchner construyó poder con engaño: se apropió del discurso de los derechos humanos, rompió al peronismo tradicional en Buenos Aires, reestructuró la Corte Suprema y se aprovechó la coyuntura del ciclo global de materias primas para sostener crecimiento económico, superávit fiscal y estabilidad.

El modelo demostró su eficacia mientras la economía experimentaba un crecimiento estable. El superávit doble, cuando un país tiene saldo positivo tanto en sus cuentas públicas como en su comercio exterior; el tipo de cambio alto y los precios internacionales favorables le dieron margen para implementar políticas expansivas, aumentar el consumo y reducir la pobreza. Pero todo eso tenía un alcance limitado. La inflación comenzó a asomar, y el gobierno eligió ocultarla antes que enfrentarla: intervino el Instituto de Estadistica, falseó las estadísticas públicas y rompió un contrato básico de confianza entre el Estado y la sociedad.

El kirchnerismo nunca fue un proyecto de integración ni de consenso. La polarización se convirtió en su sello distintivo. Desde el primer momento eligió dividir: amigos o enemigos. Cualquier disidencia era tratada como traidor. El relato oficialista exaltó esa lógica de confrontación, primero en oposición al poder económico establecido,  luego contra el campo, más tarde contra los medios de comunicación y, finalmente, contra todo el que no se alineara. Cada victoria electoral se interpretaba como un cheque en blanco. Cada derrota se explicaba como una conspiración.

Detrás del relato de los derechos humanos, la reindustrialización y la “década ganada”, crecía otra Argentina: la de la corrupción sistemática, el manejo discrecional de fondos públicos y el uso del aparato estatal como herramienta de construcción política. Los fondos de Santa Cruz administrados por Néstor Kirchner, la obra pública direccionada, los negocios hoteleros de la familia Kirchner, los sobornos registradoss en los “cuadernos de la corrupción” son parte de esa cara oculta que el discurso épico no pudo tapar.

El kirchnerismo tuvo éxito al usar la causa de los derechos humanos como herramienta de legitimación. Pero instrumentalizó esa bandera: reescribió el prólogo del Nunca Más, redefinió el relato sobre la violencia política y monopolizó la memoria colectiva. Las organizaciones de derechos humanos, que en otro tiempo fueron baluartes de independencia, quedaron absorbidas dentro del proyecto kirchnerista, perdiendo parte de su credibilidad.

Con el tiempo, las debilidades del modelo económico quedaron expuestas. La política de subsidios generalizados distorsionó precios relativos, desincentivó la inversión y comprometió las cuentas públicas. La nacionalización del Fondo de Pensiones (AFJP) aportó liquidez inmediata, pero supuso un retroceso institucional al eliminar el sistema de ahorro privado para las jubilaciones. La expropiación de YPF terminó en un juicio multimillonario que aún hoy arrastra gastos.

El “vamos por todo” no fue solo un eslogan: mostraba la intención de acallar cualquier disidencia y concentrar el poder en pocas manos. Cuando Néstor Kirchner murió en 2010, dejó un aparato político fuerte, pero también un modelo económico que empezaba a agotarse. Cristina Fernández de Kirchner, viuda y con un respaldo electoral amplio, siguió la misma línea, con menos margen de maniobra y un tono más cerrado.

Después de la elección de Cristina Fernández, la economía mundial dejó de jugar a favor. Los precios de las materias primas bajaron, Las restricciones cambiarias bloquearon el acceso a dólares y frenaron el crecimiento. La inflación, antes negativa, se desbordó. La corrupción, antes encubierta, estalló en causas judiciales que alcanzaron a funcionarios de primera línea y a la propia familia presidencial.

La política exterior siguió una lógica de alineamientos ideológicos antes que pragmáticos. El acercamiento a Venezuela, el distanciamiento de Estados Unidos y Europa y el aislamiento en el sistema financiero internacional debilitaron la posición argentina en los momentos que más necesitaba inversiones y financiación.

El kirchnerismo dejó algunas lecciones claras: que el relato sin resultados termina agotándose; que la concentración de poder erosiona las instituciones y siembra desconfianza; y que la polarización permanente puede sostenerse un tiempo, pero no construye una sociedad más cohesionada ni un Estado más sólido.

Néstor Kirchner entendió la Argentina post-crisis: vio la oportunidad y supo aprovecharla. Pero su proyecto se construyó sobre bases inestables: el uso constante de la confrontación y la falta de visión económica a largo plazo y la utilización de la memoria histórica unilateral como herramienta política. El kirchnerismo quedó atrapado en sus propios excesos

Hoy se enfrenta al ocaso no solo por desgaste natural, sino porque la sociedad argentina ha cambiado. Los mismos mecanismos que antes generaban adhesión —relato épico, polarización, asistencialismo— ahora generan rechazo. La inflación, la inseguridad y la falta de futuro pesan más que cualquier ideario.

El kirchnerismo no fue solo un ciclo político, sino una forma de entender la política: como una guerra permanente, un juego de suma cero, una acumulación de poder sin límites. Aquella ambición desmesurada que prometía cambiarlo todo acabó agotándose a sí misma y agotando a todo un país.



 

SANCHISMO

 

Sanchismo: oportunismo, poder personal y desgaste político

 

El sanchismo no es una doctrina ni un proyecto ideológico sólido. Es una forma de poder basada en el oportunismo, la manipulación del relato y el personalismo extremo. Pedro Sánchez ha construido un modelo político que gira sobre su figura, usando la imagen de la izquierda como simple mercancía electoral mientras aplica prácticas alejadas de los valores tradicionales del socialismo democrático.

Desde su llegada a La Moncloa mediante una moción de censura, Sánchez ha oscilado entre pactos tácticos y cambios constantes de posición. No tiene principios claros; actúa según la conveniencia inmediata. El gobierno se ha convertido en un teatro donde alianzas y discursos cambian según el día: acuerdos con independentistas, pactos con populistas, o mensajes de moderación o radicalidad, según lo exija el momento.

El sanchismo se sostiene en una narrativa fluida y adaptable. Desde el Open Arms hasta la relación ambigua con Unidas Podemos, pasando por su autoproclamado papel como muro contra el independentismo, Sánchez ha demostrado una habilidad para reescribir el discurso en función de las circunstancias. No importa que ayer llamara “socio preferente” a quien hoy tacha de “enemigo de la democracia”; lo esencial es conservar el poder.

Esta incoherencia no es casual, es estructural. Como señala David Runciman, el verdadero peligro es quien no reconoce los límites de su propia hipocresía. Sánchez ha llevado esto al extremo: su palabra no tiene peso si la coyuntura exige contradecirse.

Su equipo de poder, formado hace más de dos décadas, ha hecho del PSOE un instrumento personal. La dirección del partido ha sido vaciada, el Comité Federal no tiene autonomía y el presidencialismo dominade hecho. El PSOE ha dejado de ser un partido de Estado para ser una máquina electoral al servicio de una sola persona.

En política económica, el sanchismo ha dañado a las clases medias, ampliado la desigualdad y fortalecido a una élite política desconectada de la realidad social. La gestión de los fondos públicos ha sido opaca y los casos de corrupción han salpicado su entorno más cercano.

La gestión se disfraza de progresismo altamente cualificado, pero se basa en populismo de izquierda y autoritarismo sin rumbo. El control del relato ha desplazado a la autocrítica y la confrontación ha sustituido al debate político. La falta de respeto por la separación de poderes y los acuerdos con Bildu han erosionado el Estado de derecho. El abandono de reformas estructurales ha dejado a España en un estado de fatiga económica y fragmentación social.

 

Mientras tanto, los votantes de izquierdas, que alguna vez vieron en Sánchez un dique contra la derecha, ahora perciben el vacío detrás de la fachada. Muchos Intelectuales han denunciado esta deriva, como Fernando Savater y Javier Cercas. 

En definitiva, el sanchismo es un proyecto agotado en sí mismo, una combinación de oportunismo, populismo y autoritarismo que degrada la política española. Para que la izquierda quiere pueda sobrevivir, deberá deshacerse del lastre sanchista y volver a sus principios fundacionales: justicia social, respeto institucional y consenso.

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 10 de junio de 2025

BIOLECTRONICA NO FICTICIA



Materiales blandos e inteligentes:


El futuro de la bioelectrónica ya está aquí.


La línea que separa biología y tecnología es cada vez más delgada. Uno de los avances más importantes en esta convergencia es el desarrollo de materiales blandos e inteligentes para dispositivos bioelectrónicos. Estos materiales no son una promesa futura: ya están aquí, revolucionando la bioelectrónica y acercando la integración natural entre cuerpo y tecnología.

Estuve viendo un artículo  en Cellular and Molecular Systems que muestra cómo estos materiales ya se aplican en campos que antes parecían ciencia ficción:

  • Sensores implantables que miden glucosa o ritmo cardíaco sin necesidad de pinchazos.

  • Interfaces cerebro-computadora que permiten a personas con discapacidades motoras controlar dispositivos con la mente.

  • Estimulación nerviosa y muscular para tratar dolencias o mejorar la movilidad.


Algunos de estos pueden autorrepararse si se dañan, como lo hace la piel, o responder a cambios en el entorno del cuerpo —temperatura, pH, humedad— ajustándose automáticamente. Me acordé entonces de la película de "Terminator" cuando leí esto. 

La tecnología empieza a hablar el mismo “idioma” que nuestro cuerpo. En lugar de dispositivos rígidos y fríos, la ciencia diseña materiales que imitan la suavidad y flexibilidad de los tejidos humanos. Polímeros conductores, hidrogeles y materiales compuestos no solo son cómodos, también pueden integrarse de manera natural con el cuerpo.

A pesar de los avances, persisten desafíos: lograr que estos dispositivos sean duraderos, que se comuniquen con precisión con el cuerpo y que puedan producirse en masa sin perder calidad.Todo apunta a una medicina más íntima, donde la tecnología deja de ser un accesorio y se convierte en parte del cuerpo. Esto no solo mejora la calidad de vida, sino que también nos obliga a repensar qué significa estar sano, vivir con una discapacidad o incluso qué significa ser humano.

ADAPTARSE AL CAMBIO CLIMATICO

“Cualquier cosa que intentes corregir empeorará.” Pienso que hay cambio climático . Hay una transformación —o evolució...