CAMBIO CLIMATICO. SEGUNDA PARTE


No es que tengamos que salvar el planeta, el planeta seguirá existiendo. Tenemos que salvarnos nosotros mismos.



 

El cambio climático preocupa a la sociedad actual. Reflexioné sobre él antes y he vuelto a hacerlo, investigando lo que ocurrió durante la Pequeña Edad del Hielo. Este fenómeno, como otros cambios climáticos, no es único. Ha sucedido en diferentes ciclos a lo largo de la historia de la Tierra. La diferencia ahora está en el origen, pero los cambios climáticos siempre han existido. Lo importante es prepararse para lo que viene y minimizar sus efectos.

En la Pequeña Edad del Hielo, entre los siglos XIV y XIX, el enfriamiento global no fue causado por los humanos, pero tuvo profundas consecuencias. Fue producto de una combinación de factores naturales: baja actividad solar, grandes erupciones volcánicas como la del Monte Samalas en 1257, y alteraciones en la circulación oceánica, que enfriaron el clima global. Además, el aumento de hielo y nieve reflejando la luz solar intensificó el enfriamiento.

Los efectos variaron según la región. En Europa y América del Norte, inviernos prolongados y veranos breves devastaron los cultivos, llevando al hambre y las revueltas. En China, el frío afectó las cosechas de arroz, agravando la inseguridad alimentaria. En Groenlandia, el avance del hielo contribuyó al colapso de las colonias vikingas. Incluso en España, el río Ebro llegó a congelarse al menos siete veces entre 1505 y 1789.

La agricultura fue la más golpeada. La reducción en la productividad de cereales llevó a crisis alimentarias como la Gran Hambruna Europea (1315-1317) y sucesivas revueltas. Las desigualdades sociales se agudizaron, y muchas comunidades buscaron refugio en regiones más cálidas.

El cambio climático también tuvo influencia en acontecimientos históricos. La Revolución Francesa, por ejemplo, tuvo causas sociales y políticas, pero los inviernos severos y malas cosechas previas agravaron la crisis. La erupción del volcán Laki en 1783 afectó las cosechas europeas y precedió la crisis agrícola de finales del siglo XVIII. Otro ejemplo es el "Año sin Verano" de 1816, causado por la erupción del Tambora, que provocó nevadas en junio y una escasez alimentaria global.

Episodios climáticos extremos no son nuevos. Desde lo sucedido  en  536 d.C., con inviernos prolongados por erupciones volcánicas, hasta la mega-sequía Maya en el siglo IX, el clima ha moldeado civilizaciones. Durante el Mínimo de Spörer y el Mínimo de Maunder, las bajas temperaturas coincidieron con conflictos como la Guerra de los Treinta Años y crisis agrícolas en Europa y Asia.

En el siglo XXI, el cambio climático vuelve a ser una fuerza transformadora. Amplifica conflictos, provoca migraciones y desencadena crisis alimentarias. La historia muestra que quienes no enfrentan estos desafíos terminan fragmentados. No basta con mitigar sus efectos; debemos adaptarnos colectivamente para evitar nuevas crisis humanas.

 

 



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